Sesgo azul
Cuando el día retuerce tu mechón,
la realidad toma un sesgo azul
que guarda ese instante diminuto,
tan minúsculo,
capaz de contener
a todo el tiempo.
Después será la tarde,
la dinamita del sol
reventando la hierba;
el huracán de tus pies descalzos;
y los huesos invisibles de la noche
asaltando el pleno mediodía.
Con el crepúsculo,
el sesgo azul retornará:
vaso olvidado,
buitre de luna;
pan con sabor
a inmensidad.
GOCHO VERSOLARI
Sesgo azul