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El cielo de los peces





 
 

El pescador se sienta
en la roca que emergiera de la tarde;
bajo los róbalos que vuelan,
una caravana de niños invisibles
 rodea el cuello del anciano

El hombre prepara sus anzuelos,
su cebo.
su silencio.
El acaudalado cielo que conversa en la fronda
  se ha puesto guantes para agitar los árboles
uno por uno,
mientras el pescador lanza la línea.

De pronto
se detienen los pájaros y vuelan hacia atrás.
Una joven descalza corta flores.
La quietud del lago la atrapa con sus manos
y el pescador la ve caer
con la lentitud de los desiertos.
La muchacha trepará los sargazos
y dejará que el anciano la tome
de la cintura, de los pechos

y la tienda sobre el tiempo herbal de las orillas
 


 El sol de las cuatro
dispone su lengua de cilicio
para lamer las heridas de la noche.

Canasta henchida a eso de las seis,
el pescador regresa
con el pecho rebosante de elipsis;
El crepúsculo
cerrará sus dentados ojos  
 sobre el linóleo,
sobre el pan de la cena,
sobre el fecundo ofertorio
del maíz.

El cielo de los peces
ha ganado un adepto
y un silencio.
 
 
 
 
 



GOCHO VERSOLARI
 
 
 
 
El cielo de los peces
18/05/2024
2405188026855
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