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Las noches del final

 

 

 

 

Cada atardecer es único. 

Cada movimiento del cielo no tiene réplica, 

a no ser en el universo matrioshka, en las capas más profundas

donde llega en vibraciones

de sutiles pájaros que no dejan de volar

hasta que los muelles del día les arrebatan las alas,

les clausuran los ojos;

los acallan y aplanan.

 

Los encallan. 

 

Y el cielo continúa con sus revoluciones, 

la nariz hacia arriba, los cabellos

en melenas deshilachadas que no dejan de volar

con los huracanes cósmicos,

con los suspiros lentos de los moribundos,

con el movimiento centrípeto de las almas

cuando se hunden;

cuando se apagan;

cuando emergen y vuelan y se esfuman

en las armonías poderosas

de la soledad.

 

 

En tanto

los planetas matrioshkas siguen apelmazados

en la punta de tu dedo;

de allí que cada caricia que me brindes

llenará de uránico polen 

la tarde de mi piel, 

la quieta factoría de mi sexo, 

el trémulo rulo de mi codo

en el que me cuelo para obtener un amanecer

cuando es crepúsculo. 

 

Y te pido que llegues descalza. 

Las pieles de tres mundos

beberán de tus plantas,

que cantarán,

que cantarán,

que vibrarán

en luminosas tardes,

en destellantes muertes, 

en cielos abiertos y cuadrados,

en las noches de adentro

de más adentro.

 

 

 

Las noches del final. 

 

 

De OBRA POÉTICA DE GOCHO VERSOLARI - Blog de poemas.

 



 

GOCHO VERSOLARI

 

 

Las noches del final

 

18/05/2024
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