Caminaste descalza sobre la nueva hierba
Súbitamente
el cielo arrojó sus esferas de vidrio,
y al estrellarlas contra la tarde
precipitó aluviones
de sapos y de ángeles.
En una pausa
llegaste con tu vestido rojo,
tus pies descalzos,
y tu silueta,
cargada de torbellinos y de siestas.
El cielo se detuvo un momento;
presintiendo un final,
te tomé de la mano y te conduje a la caverna,
que separaba mundos,
que aniquilaba tardes
que bebía miradas.
El cielo en tanto
seguía arrojando orquestas,
panes
y carnes putrefactas.
Aluviones de ennegrecidos sueños
cubrieron el mundo,
El cielo tan sólo respetaba
las huellas de tus pies desnudos
grabadas en un desfiladero.
Vendavales cósmicos,
silencios de sangre,
bramidos de bestias;
arrecifes con ojos.
En la caverna,
tomamos hongos, humedades
y cocinamos sueños,
jugosos y salados.
El tigre de la primavera
rugió una mañana desde el sol.
Caminaste descalza sobre la nueva hierba.
Subiste a la cornisa del crepúsculo
y recogiste los brotes florecidos
en las primeras derivas de la noche.
Desde entonces
somos los habitantes de los prados,
con cuerpos de arroyos,
pies de melopeas.
Con sueños de iguanas
y pieles de guanaco.
Cuando llega la luna
siguen brillando las huellas de tus pies
sobre la vida.
De PODER DESCALZO - Blog de poemas
GOCHO VERSOLARI