Aún respiras el aire de los vivos
Anoche llegaste descalza;
sentí tus pies
caminando en mi pecho. Se detuvieron
en el lago sin nombre de mi ombligo,
rodearon mi pelvis
y siguieron por las piernas
hacia mis propios pies donde se disolvieron bajo el brillo de la primera aurora.
Después fue un silencio lleno,
una aguja que entrara por mi médula. Después
fue una lluvia de gotas azules
precedida de nubes marrones,
de peces que se elevaban en la media mañana
y de pájaros yertos que volaban sus muertes.
Después te marchaste descalza;
descubrí tus huellas húmedas y fantasmales
en la sábana gastada,
en las paredes llenas de humedad,
en los pisos helados.
donde el sol procuraba llegar
Aún respiras el aire de los vivos;
hundes tus pies en el barro
y hay nubes reales y la brisa
arrastra el polvo
de las alas de las mariposas.
Tus labios.
Tu mirada:
espectro que existe y que transita
más allá silencio de los muertos.
Ahora
la luna se columpia y muere
en la cuadrada brisa de las tres.